¿Y bueno, nos vamos?
¿Y bueno, nos vamos?, preguntó Antonio, le gustaba repetirle aquello a Javiera cada vez que se juntaban a la espera de que ella asintiera y le respondiera que sí.
Sabes muy bien que muy a mi pesar no puedo, pareciera que el mundo está contra nosotros y nos pone contrariedades a la vuelta de la esquina, te juro que quisiera por una vez olvidarme de todo y desligarme, pero mi cerebro está allí y me recuerda mi naturaleza y mi forma de comportarme…
Antonio la observaba atentamente, sin dejar de poner atención a sus palabras recordó el momento en que conoció a aquella mujer, no había sido hace mucho, si con suerte lograban ser unos pocos meses pero pareciera que hubiesen sido años, lograban un perfecto amalgamamiento de ideas, algo que llamaba poderosamente la atención de él…
¿Bueno me responderás algo?, dijo ella al ver que nuevamente Antonio y como tantas otras veces se sumía en sus ideas que lo abstraían del mundo, esté saliendo de su letargo respondió, amm si…
¿amm si?, pregunto ella con una cara sonriente como si hubiese escuchado muchas veces eso y aun así no pareciera perder la gracia el hecho de sacarlo de improvisto de sus pensamientos…
Antonio esbozo una sonrisa al sentirse una vez más víctima de ella; bueno, se apresuró a decir, vamos que se nos hace tarde. Emprendieron su camino de retorno al barrio Lastarría estaba vez irán a "El Biógrafo” un cine que fascinaba a los dos por sus butacas y el aire de los 80’.
Al pasar por la Iglesia de la Veracruz, comentaron su gusto por el empedrado de las calles que los llevo a comentar su amor por este lado de la ciudad, Antonio se dejó llevar una vez más por su sueño de viajar lo antes posible a Europa, en lo posible a Francia, no porque no les gustará su ciudad sino porque ansiaban el hecho de caminar por donde lo habían llevado algunos de las historias y libros que tanto lo llenaban.
Javiera adoraba la manera en que él se expresaba y contaba historias y anécdotas de sus héroes literarios, se transportaba con cada palabra y no podía evitar sentirse parte de ellas, se contagiaba con cada frase y se sumaba a las aventuras sin siquiera reparar en aquello.
¿Me llevarías contigo?, lo interrumpió Javiera…
Antonio sintió de pronto como su cara se impregnaba de un color rojo, no esperaba aquella pregunta y temía haber sido evidente a lo largo de estos últimos meses…
Claro, respondió el, como no llevar a mi gran amiga a nuestra cruzada en busca de aquellos parajes tan deseados.
No pudo evitar ver cierto desazón en la cara de ella al pronunciar estas palabras, lo que él sentía por esta mujer lo inhabilitaba de cualquier tipo de acción, se sentía sometido a sus encantos y a vivir en silencio aquellas emociones que le obligaba a evocar.
Ella se adelantó y cruzo la mampara del cine en dirección a la boletería, avanzo unos pasos y giro para ver donde seguía Antonio, este otra vez la miraba como si no pudiera descifrarla de alguna manera, ¿ y bien entraremos?, preguntó. Claro disculpa dijo Antonio y juntos compraron los boletos y dispusieron su caminar en dirección a la sala E 13.
Esta vez seria cine Italiano, como lo había sido francés la semana pasada y Noruego la anterior. Entraron como polillas que siguen la luz en la sala de aquel cine y buscaron asientos, cosa que no les fue muy complicada, difícilmente aquel cine se llenaba y estaba ideado para nostálgicos y amantes del arte, lejos de los estrenos mundiales y estrellas de Hollywood.
Antonio giro su cabeza y pudo ver el perfecto perfil de su compañera, su hermoso cabello que daba la impresión de enormes trigales que bailaban con el viento, sus ojos, oh sus ojos pensó, cuan bellos son.
Disfrutaba hasta lo indecible el hecho de tenerla tan cerca y amarla en secreto, intentó en oportunidades darle a conocer sus intenciones pero muy a su pesar nunca tuvo el coraje para poder hacerlo, nunca fue del tipo de hombre que liga mujeres sin ningún problema, pero jamás le faltaron las féminas, en realidad nunca se preocupó de eso, pero esta vez era diferente, realmente lo desarmaba cada ínfimo gesto que ella realizaba.